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Cesárea humanizada ?

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¿Cesárea humanizada?
Yo había escuchado de parto humanizado, parto natural pero no había escuchado nunca de la cesárea humanizada hasta que la viví. Esta es la historia de mi NEcesárea humanizada.

Desde que tengo 15 años de edad y vi por primera vez un parto en agua por televisión, supe que así era como quería tener a mis hijos. Se veía todo tan humano, tan natural, la mamá rodeada de sus familiares y de su pareja, haciendo una labor de parto en total libertad, sin estar acostada, ni amarrada, ni restringida.
Y la emoción que sentían al momento del nacimiento se salía del televisor.

No fue hasta hace un par de años que me entró la curiosidad por buscar en Internet la frase: “parto en agua en Panamá» y me encontré con que se estaban haciendo partos en agua en casa y que los doctores Aybar eran los encargados de llevar a cabo tan maravillosa labor. Fue cuando me dije: mi sueño se va a hacer realidad e inmediatamente hice una cita con la Dra. Graciela para ir a conocerla.

Así pues, quedé embarazada en junio de 2014 y empezó la preparación para mi parto soñado: todas las semanas veía al menos 5 videos de partos en agua, en casa, en el campo, en la playa, con los delfines, partos en diferentes culturas. Aprendiendo cada cosa que podía. Viendo cómo se comportaban las mujeres en su estado más natural posible. Me leí libros sobre técnicas de relajación y sobre partería, tomé curso de preparación para el parto, hice yoga prenatal y en cada consulta con la Dra. Graciela, llevaba una lista interminable de preguntas que ella con mucha paciencia y amor me iba respondiendo, dándome confianza y borrando todos los miedos y creencias que la sociedad insiste en imponernos.

No tengo queja de mi embarazo. Fue realmente maravilloso, con pocos malestares. Disfruté una a una todas las semanas, hasta que llegó la semana 32 y tuve rotura prematura de membranas. Ese mismo día quedé hospitalizada, tratando de evitar una infección y dándole tiempo al bebé a madurar un poco más sus pulmones. Mi bebé nacería en el hospital y en seco. Adiós parto soñado, adiós parto en agua y en casa. Todo lo que había soñado, como me lo había imaginado, no iba a poder hacerse realidad esta vez.
3 días después, entra a mi habitación la Dra. Graciela y me dice: “Dunia, hoy es el día. Hoy nace tu bebé sea como sea, no podemos esperar más. Vamos a inducirte el parto y si por algún motivo no avanza, tendré que hacerte una cesárea.”
La palabra cesárea retumbaba en mi cabeza. No podía creer que esto estuviera pasándome a mi.

El miércoles 21 de enero de 2015 a eso de las 9:00 A.M. la Dra. me indujo el parto con prostaglandina, explicándome perfectamente cómo se aplicaba, cómo funcionaba y detallándome la diferencia con la pitocina. Hasta me enseñó la caja donde venía el medicamento.
Me colocó el monitor fetal y dejó dicho a las enfermeras que me lo quitaran en un rato, para permitir que me moviera por la sala de labor y estuviera lo más cómoda posible, era mi único intento para que el cuerpo hiciera lo que tenía que hacer. Pero no lo hizo.
A las 6:00 P.M. no había dilatado absolutamente nada. La Dra. Graciela me dijo: “Dunia, tu cérvix está cerrado, tan cerrado que va a tomar días en abrirse. Perdóname pero te voy a tener que hacer cesárea, hay que sacar al bebé ya.”

Y así fue como quedé metida por primera vez en un salón de operaciones, temblando de frío y de miedo.
Como los doctores Aybar hacen un equipo maravilloso, mientras la Dra. Graciela supervisaba cómo me ponían la epidural, el Dr. Rodrigo se encargaba de tranquilizarme, hablándome, animándome, diciéndome que pronto todo esto acabaría e iba a tener a mi bebé en mis brazos.

El revuelo y la energía en el salón de operaciones era increíble. Como no sabíamos el sexo del bebé, habían apuestas. Teníamos los nombres: Valentina o Gabriel. La mayoría de las personas a mi alrededor querían que naciera Valentina (por eso de que las niñas son más fuertes) pero yo muy en el fondo de mi corazón sabía que Gabriel estaba a punto de nacer. Y así fue. Nació mi ángel Gabriel pesando 3 lbs, e inmediatamente fue examinado y se le brindaron los cuidados necesarios para asegurarse de que estuviera bien. Y estuvo bien.

Gabriel quedó hospitalizado 20 días, esperando que ganara peso y que aprendiera a succionar de mi pecho para poder llevármelo a casa y darle todo el amor posible.
Yo no sé casi nada de medicina, pero los días que esperamos en el hospital a que sus pulmones maduraran me parece que fueron determinantes para que Gabriel naciera en perfectas condiciones.

Esta es la historia de mi NEcesárea humanizada: desde el primer momento que supe que estaba embarazada, mi doctora me explicó claramente el funcionamiento de mi cuerpo y que si por algún motivo la labor de parto no fluía, la tecnología estaba disponible para mi y mi bebé pero siempre haciendo hasta el último intento de ser lo más natural posible.
Tanto por los doctores Aybar, como por el Dr. Alberto Heart, fui atendida como un ser humano, siempre me detallaron todos los procedimientos que se me iban a realizar, conversaron conmigo, me aconsejaron e incluso reflexionamos sobre las vueltas que da la vida: a veces por más que nos empeñemos en crear un destino, la vida nos sorprende con algo totalmente diferente a lo que teníamos planeado pero igualmente maravilloso.

No tengo más que palabras de agradecimiento para los doctores Graciela, Rodrigo Aybar y Alberto Heart. La labor que están haciendo en Panamá es realmente maravillosa. Con ustedes en vez de ir a la consulta de un médico, se conversa con un amigo, un compañero, con un ser humano que tiene sentimientos igual que sus pacientes y que está comprometido a respetar a la naturaleza.
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Soy médico gineco-obstetra radicado en Panamá, con amplia experiencia el la atención humana, cálida, de la embarazada, durante todo el proceso de la gestación, el parto, el puerperio y lactancia. Soy el único en todo el país que realiza partos en casa, así como en el agua. Nuestra experiencia ha sido con mujeres latinoamericanas, europeas, norteamericanas, africanas y asiáticas.

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